Llega el momento irremediable, en el cual ha de cerrarse un capìtulo màs de nuestras experiencias.
Con paciencia y observando alrededor, hay posibilidad de retomar el rumbo, o tan sòlo seguir el camino sin saber con certeza a dònde nos conducirà.
No creo en una vida sin errores, menos en una vida sin amor, pero que la vida a veces es confusa, lo es sin màs que ser.
He aprendido tambièn que nada viene de paquete, a todo siempre le falta o sobra algo. Generalmente sobra lo que no apetece y falta lo que màs se desea.
Las decisiones son el pan de cada dìa, a ratos te empalagan y a ratos de dejan con hambruna, mas es bien sabido que con un solo par de piernas, sòlo hacia una direcciòn se puede ir y si es la equivocada, el trecho mal hecho, repetirlo es un hecho.
Y hay dìas como hoy, en los que mejor no caminar, ni siquiera a la esquina. De pronto los alrededores se desconocen y es màs facil perderse, equivocarse y arrepentirse.
En amores ese caminito es un sinfin de vueltas a la derecha, a la izquierda, hacia arriba y abajo, empedrado y autopista, con coche nuevo a de aventòn, es recorrido por todos y son tantos los atropellados, varados y hasta en contra vìa.
El amor, no es accesorio seguro de una relaciòn, tampoco està incluido el cien por ciento del tiempo, la sintonìa se pierde y recupera por tramos, puede que se entienda o sea incomprensible, lo peor, que le veas pasar en el otro carril y no le des alcance jamàs.
Pero de una cosa estoy cuasi segura, amar a la fuerza no es posible, amar sin sentir amor, tampoco y se pudo amar y luego ya no. Asì como el amor nace, muere. Y aunque a veces tarde, vuelve a nacer.
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