Cuando es rico decir lo que plazca, lo que salga, lo que sea.
Sin importar
quien te oiga o quien te lea.Ser sincera, desde la clandestinidad, ahorra suceptibilidades y malos entendidos.
Las verdades y las mentiras, ofenden a
veces sin medida.Pero si no hay agresor, tampoco puede haber agredido.
22.2.08
NIÑAS
PICARDIAS Y TRAVESURAS,
RATOS MOZOS,
COMO NIÑAS A ESCONDIDAS.
RISAS, EXCLAMACIONES,
SORPRESAS OCURRENTES,
SIN PREJUICIOS NI FOBIAS.
EXPLORANDO EL MUNCO,
A PASOS DE GIGANTES,
VIENDO MAS HALLA DEL HORIZONTE,
SIN MIEDO EN NAVEGAR A MARES DESCONOCIDOS,
A TRAVES DE TORMENTAS Y OLAS INMENSAS,
NIÑAS FUIMOS Y SEGUIREMOS SIENDO,
CUANDO ASI NOS PAREZCA.
MENTIRAS DE ARMARIO
EN MENTIRAS FUISTE LA MAS PERFECTA,
NUNCA SUPE EN QUE TU MENTE MAQUIAVELICA,
SE RETORCIA IDEANDO FALSEDADES,
DE CUALQUIER TIPO E INCONTABLES.
Y AL CREER EN TI, CAI AL ABISMO,
RAYANDO EN LO RIDICULO E INGENUO,
LO REVIVO A CADA POCO,
CON LA BOCA AMARGA Y EL ESPIRITU ROTO.
COMO NO REACCIONE A TIEMPO,
COMO NO PUDE VER MAS HAYA DE TU DULCE TORMENTO,
CREO QUE REALMENTE TE AMABA,
AUNQUE MI VIDA Y DIGNIDAD DESVALORIZABA.
HOY ES TAN SOLO UN RECUERDO,
TURBIO Y DESFIGURADO,
QUE HE ESCOGIDO GUARDAR Y ENTERRAR,
EN EL ARMARIO.
DULCE AZUCAR
21.2.08
PARA NUNCA OLVIDAR
Mis brazos no habrían podido sostenerme y mis manos no tenían la fuerza ni de levantar una tasa de café. Igual no pensábamos beber ni comer nada aún.
Amanecía pero todo estaba oscuro. El aroma de amor, de cuerpos, de mujeres, de deseo, impregnaba cada rincón de la alcoba. Las sábanas eran un nudo en alguna esquina de la cama. El cuarto estaba aún tibio, nuestros cuerpos aún calientitos, reposando luego de una maratón de amor que había empezado casi 12 horas atrás. Éramos fuertes, jóvenes, fogosas, teníamos toda una vida por delante, pero aún no podíamos ni queríamos desperdiciar ni un segundo cuando estábamos juntas, y generalmente nos ocupábamos con gran empeño y esmero en hacer el amor, sin parar, por horas hasta casi perder el conocimiento.
Mi chica estaba profundamente dormida, podía escuchar y sentir su respiración, un suspirito ocasional o un gemido, eran parte de su descanso. Tenía la mitad de su cuerpo sobre el mío. Su cabellera larga desparramada sobre mi abdomen, sus manos colocadas una en mi pecho y otra entre mis piernas. Eso me mantenía excitada aún cuando dormíamos.
Al principio llevábamos una bitácora del número de veces que llegábamos, de las posiciones más efectivas, más eróticas, más extrañas, pero ahora simplemente hacíamos de todo y no anotábamos, era tanto…
Teníamos que ir a estudiar y a trabajar, ambas con cara de noche volcánica por pasión y un poco de almohada. Deambulábamos como zombies risueñas toda la mañana. Y así cada día, noches húmedas, intensas, calurosas, de hambre sexual inagotable e insaciable.
Los vecinos ya se habían levantado, podía escuchar sus actividades matutinas, voces, cacerolas que entrechocaban, ¡estaba tan cansada! Creo que volví a quedarme dormida, aunque era más un tipo de sopor, profundo, total.
De pronto y muy a lo lejos, el timbre. Recuerdo preguntarme, ¿quién en su sano juicio tocaría a estas horas y en esta oscuridad? Volvió a sonar el timbre y ahora con más insistencia. Ya había despertado un poco, la curiosidad pudo más que mi agotamiento.
Al ratito unos golpes nerviosos en la puerta de la alcoba y la voz de la señora que se encargaba de los menesteres de limpieza y cocina me terminó de despabilar con un sobresalto que casi me para el corazón.
-¡Seño! ¡Seño! ¡Sus Papás!
A pesar de estar acostada sentí cómo las piernas se me hacían gelatina, mi respiración se detuvo y trataba desesperadamente de darle sentido a esa llamada de urgencia.
Generalmente pasábamos las noches juntas en su casa, que en realidad era la de los Papás de mi pareja. El detalle álgido era que ellos no sabían nada de nuestra relación y yo no les era muy querida, más de algo sospechaban y no nos llevábamos nada bien. La ropa la habíamos dejado desperdigada en la sala, cocina, comedor, baño, pasillo, sólo habría faltado la cochera y el frente en la calle. Estábamos completa y absolutamente desnudas.
Mi chica estaba profundamente dormida. No fui nada gentil, ya sabiendo de qué se trataba la situación y le grité sacudiéndola un poco: ¡Despierta! ¡Por favor, que tus Papás están afuera, ahora mismo! – no entendía, no razonaba, sólo se me acercó más y quiso acariciar mi vulva, ¡era una locura!
¡Entiende mujer, que son tus Papás!
Y esta vez sí que lo comprendió. Casi ni sentí cuando ya no estaba a mi lado, pues en fracción de segundo estaba abriendo la puerta de la alcoba y corría a buscar ropa, estaba histérica. Oí cómo daba instrucciones a la mucama: - ¡Dígales que se perdió la llave y ábrales en unos minutos, hágalo! Podía ser grosera cuando se lo proponía, pero la disculpé pues esta era una situación de verdadera emergencia.
Regresó a la alcoba, estaba divina…mente angustiada, las señas de nuestra pasión marcaban su cuerpo esbelto, moreno, joven y su olor, nuestro olor era más intenso que nunca.
-¡Tú quédate aquí! Cerraré la puerta con llave. No te muevas. No hagas ruido. Ya regreso. –y así me dejó, en la penumbra de tan enloquecedor amanecer. Fue una orden corta, clara y ni una palabra salió de mi boca que estaba seca. Mi cuerpo temblaba de miedo anticipando una catástrofe.
-“Me van a matar”- pensé. “De esta si no salgo. Es el fin”. –“Oh Dios, ¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Qué voy a hacer?”
Oí las voces de sus Padres, a pocos pasos de la alcoba, no parecía una discusión, sólo charlaban. Escuché con los nervios de punta, cómo mi pareja les invitó a desayunar mientras ella se bañaba. Poco después se oía el agua de la ducha corriendo y ya no habían más voces.
De repente, casi al borde de una apoplejía, alguien trató de abrir la puerta del cuarto. Tomé las sábanas y me cubrí totalmente. ¡Ha! Como si ello me hiciera invisible. Sudaba de terror, al otro lado alguien forcejeaba con el picaporte…y ¿si encontraban la llave? ¿Y entraban y yo totalmente desnuda, oliendo a sexo y miedo, en una cama deshecha con evidencia irrefutable de haber sido ocupada por dos y no precisamente para dormir? La cama de ¡su hija! Definitivamente quería morirme.
Empecé a rezar, me inventé oraciones y santos, tenía tantas ganas de gritar y llorar que casi no podía contenerme. Mi respiración entrecortada me parecía en extremo audible. Me dolía el cuerpo aún más por permanecer inmóvil y tensa como una tabla.
Pasaron años, los escuché hablar de nuevo, ya mi pareja, su hija, los había acompañado en el pantri y por el sonido de cubiertos y la china, supe que degustaban un nutritivo desayuno, a costa de mi salud mental.
Pasaron centurias, no aguantaba más, necesitaba ir al baño, mi vejiga iba a explotar.
De pronto alguien introdujo una llave en la cerradura y la puerta se abrió muy lentamente. Creí que me iba a desmayar, quise gritar y en el umbral apareció mi chica, en bata y con el cabello húmedo. Su sonrisa era misteriosa y su mirada pícara.
-“Se fueron”, dijo.
-“¿Sospecharon algo?”, pregunté aún en estado de shock.
-“No, sólo mi Mamá preguntó si tenía gata encerrada…y ya”.
Rio ahora con más soltura, abrió su bata, la dejó caer al suelo y se acercó a la cama. Hicimos el amor varias veces más, fue agresivo, rudo, intenso, para liberar la tensión recién pasada. No podíamos quedarnos dormidas, así que con gran fuerza de voluntad, nos dispusimos a reiniciar este nuevo día, que nunca olvidaríamos, nunca jamás.
20.2.08
PIEL
17.2.08
LA ULTIMA VEZ
Había terminado, y de mal modo. Una vez más sentía que su corazón se partía sobre sal y era bañado con jugo de limón. Una intensidad que colmaba la totalidad de su ser, la hacía temblar de pena, dolor y soledad. Su vista se nublaba en recuerdos de lo que fue y pudo ser.
La habían abandonado sin piedad, las excusas eran macabras en su contenido y significado. Su valía se había precipitado al abismo del olvido y vergüenza.
Había amado tanto, había dado tanto que al tratar de contenerse no encontraba más que una mujer en harapos, usada, lastimada…una vez más.
El sueño le huía y las noches interminables la torturaban. El grito de silencio más profundo enloquecía sus horas, con la tremenda ausencia de la mujer que la abandonó.
El alimento quemaba su boca, le era repugnante y de sabor a muerte. Su cuerpo se consumía y no había nada ni nadie que detuviera ese vertiginoso descenso, caida estrepitosa de los pocos fragmentos ensangrentados de lo que alguna vez fuera su corazón y alma. Nada le quedaba.
Mantenía el teléfono a su lado, cual apéndice de un cuerpo enfermo, inflamado y consumido. Ninguna llamada, simplemente había sido olvidada.
Pasaron los días y las semanas, sin que el tiempo por ello aliviara su situación.
Sabe que ya vive con otra. Que ni por disimulo tardó en ocupar otro lugar, otra cama.
El día fatídico llegó, una llamada a deshora y, era ella.
…”hola, ¿cómo estás? Me has hecho falta, no quise dejarte así, la culpa me está invadiendo…¿podemos hablar?...llego a tu casa.” Clic.
¿Era un sueño o una pesadilla hecha realidad? Ya ahora que de tanto llorar el cuerpo no sentía, la iba a volver a ver y, ¡en persona! ¿Quién diablos se creía? Lo que le había hecho era un crimen. Pero estaba decidido, vendría, la vería y tal vez así pueda entender su cobardía, su infidelidad, su dureza y su crueldad.
Dijo que estaría aquí a las 4pm, faltan tan sólo 5 minutos, pero así puede ser también que ni se aparezca. Podría ser otra broma sin piedad, otra jugada de su inmensa maldad.
A las 5 de la tarde tocaron a la puerta. Tenía ansiedad…o ¿miedo? Pero también sentía emoción, ilusión y…¿esperanza? No, no podía ser, pero…si se hubiese dado cuenta de su error, si desease volver a intentar, volver juntas…
Abrió la puerta y ahí estaba. Podía inhalar sin parar ese perfume que tantas veces dejó impregnado en su piel, en aquellos momentos de amor sin fin. Tenía esa mirada que conocía más de lo que aceptaba, de deseo, de cacería y de ataque.
Con voz temblorosa la invitó a pasar, no hubo contacto físico, ni un beso, un abrazo. Se sentaron una frente a la otra, pero en esquinas opuestas de la pequeña sala.
¿Qué le preguntaría, si todo se quedaba corto? Y ¿dónde encontraría la valentía de reclamarle? Pero ni una sola palabra salió de su boca, seca, muda, temblorosa. Su corazón palpitaba tanto que de su pecho una vibración la estremecía.
Esa mirada, una sonrisa peligrosa, la química ocupaba cada rincón del recinto. Los cuerpos tensos, el silencio opresor, las miradas evasivas, por fin ella habló: “Te ves bien, has bajado de peso, pero…¿estás bien?
-Si, ya me siento mejor, gracias.
-Lo siento mucho, estaba confundida, no sé qué me pasó.
-¿Sigues con ella?
-Pues si y no, es complicado, no es como tú, no me trata tan bien como tú lo hiciste, no sé.
-Entonces, ¿están viviendo juntas?
-No, si pero sólo somos amigas.
-No entiendo, ¿son amigas que viven juntas y con derechos?
-No siento nada por ella, a la que amo es a ti.
-¡Entonces quédate, dile ahora mismo que volviste a mí!
-No puedo, estoy confundida…
La furia reemplazó a la emoción y la verdad quiso aparecer de nuevo mostrando a la mujer que definitivamente no la amaba.
-Entonces, no sé qué haces aquí.
-Quería verte de nuevo, pedirte perdón y …amarte una vez más…
-¡Imposible! ¿Estás loca? ¿Quién crees que soy? ¿Un juguete o una tonta?
La miró y su expresión de pena cambió de golpe a un aplomo y seguridad totales, sonrió, posó sus manos fuertes y enérgicas, sobre sus rodillas, se inclinó un poco hacia adelante y contestó:- “Nada de eso, eres una mujer deliciosa, te deseo, te pienso, te quiero llevar a la cama”.
Su corazón por un instante dejó de latir, el cuarto se oscureció y un intenso frío recorrió todo su ser. Su cuerpo gritaba si y su mente y corazón jamás. No podía moverse, no podía responder, sólo la miraba entre horror y pasión.
Ella se levantó, lentamente, y se acercó. Tanto que sin poder evitarlo un beso cubrió su boca, un beso tierno pero posesivo, demandante y terriblemente excitante. Ella sabía hacerle perder el control. La conocía muy bien, cada punto que presionar y soltar tanta energía sexual...
No hubo un no. Se dejó llevar a la alcoba donde en segundos la ropa desapareció. No era su cuerpo, no era su mente, no le obedecían, le traicionaban como la mujer que explorando su cuerpo la enloquecía y humedecía sin compasión.
No recuerda cuantas veces alcanzó el orgasmo, cuantas veces la otra llegó. Sólo fue un sinfín de sensaciones, de gemidos, de gritos, un deseo insaciable, un dolor de alma desgarrador.
Semidormida, agotada, extasiada, sintió cuando ella de la cama se incorporó. La noche había llegado y la oscuridad sólo permitía ver siluetas sin rostro. De nuevo el silencio ocupaba la habitación y por momentos era roto al vestirse la mujer que hacía poco de nuevo el corazón le arrancó. Se puso los zapatos, sacó las lleves del carro, se acercó y un beso cortito y tembloroso en sus labios plasmó.
-¿Te vas? ¿Por qué? ¡¿Yo te amo?!
-Lo sé, pero lo nuestro no puede ser, es difícil de explicar, lo lamento, no puedo, pero siempre te amaré. Espero que algún día puedas perdonarme. Adiós.
A LAS MUJERES EN MI VIDA
Sin rencor ni remordimientos, de ustedes y por ustedes me inspiro y luego escribo.
Gracias por lo bueno, y por qué no, por lo no tan bueno.
Aprendí tanto que me asombro, me embarga la emoción y sus recuerdos, de mi mente, borrarlos es tan imposible, como negar a la luna o el sol.
SIEMPRE LAS LLEVARÉ CONMIGO, EN TODO MI RECORRIDO
JAMÁS LAS OLVIDARÉ Y NADA LES REPROCHARÉ
por eso: SIEMPRETODO Y JAMASNADA.
con todo mi AMOR.