Donde brilla el sol,
las sombras pueden confundir,
si muy por abajo de lo que te rodea,
te sueles acurrucar y reprimir.
Si el silencio te grita,
por falta de eco,
cuando una voz , cualquiera,
sirviera de bálsamo a tu soledad.
Mujer que no tienes mano que apretar,
tampoco calor que percibir,
de otro cuerpo que quiera,
contigo el frío compartir.
De darse un tiempo justo,
observando el paso de horas y memorias,
dejando atrás lo que ya cargar no se puede,
con tal de salir a respirar una oportunidad, ¡si se puede!
No por estar acompañada se deja de estar sola,
es curioso el vaivén que en las relaciones maniobra,
se puede tener y estar vacía,
también se puede aceptar la carencia y evitar la agonía,
de un adiós que igual duele, aunque la primera vez no sea,
el silencio,
el frío,
la ausencia... de ella.
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